Hay pavimentos que no se alteran ni se dilatan, siempre y cuando la temperatura sea constante. La ceramica, en cambio, no contiene plástico, no se altera, ni se dilata y permanece estable.
El calor causa varias transformaciones en los recubrimientos en un ambiente doméstico, produciendo también cambios dimensionales y arrugamientos de las superficies.
Si, por ejemplo, dejamos una vela o un objeto de plástico expuesto a los rayos del sol veraniego frente a una ventana cerrada, éstos se deformarán irreparablemente cuando la temperatura alcance ciertos niveles. La cerámica, en cambio, cocida a 1200 grados, resiste sin ningún problema incluso las temperaturas más altas que se puedan generar en un ambiente, manteniendo inalterable la planeidad y sus dimensiones originales.